La religión islámica está íntimamente ligada a la región
geográfica y al país en que se originó. La península de Arabia, de clima
tropical, árida e inhóspita en buena parte de su extensión, fue cuna del
islamismo, una de las religiones más importantes del mundo actual. Lo fue, en
su zona occidental contigua al Mar Rojo, situada al norte de la región
montañosa del Yemen, más rica en aguas y asiento de culturas antiguas, en
decadencia en la época en que vivió el profeta delIslam. La zona mencionada
abarca el extremo noroeste de la península de Arabia y contaba con buenos oasis
y ciudades muy activas gracias a su privilegiada situación entre Siria y los
fabulosos mercados de la India. El ir y venir de los mercaderes, con el
trasiego de mercancías, llevó a esta región, llamada Hedjaz, ideas de otros
países y culturas que no dejaron de influir en los habitantes de los centros
urbanos, antiguos beduinos vueltos sedentarios en su mayor parte, mientras las
tribus de pastores nómadas se mostraban menos propicias a contactos e
innovaciones.
El camello con su gran resistencia a la sed, era el medio de
transporte más eficaz para las caravanas que recorrían las tierras desérticas.
Y el beduino, podía convertirse según las circunstancias en amigo o enemigo del
mercader forastero, pero su trato era deferente, su hospitalidad proverbial y
su curiosidad despierta. Aficionados a la poesía. lírica aunque vigorosa y
realista, han conservado con ella tradiciones preislámicas
PRACTICAS RITUALES
Entre las prácticas
religiosas de las distintas tribus sobresalía, con carácter unificador,
el culto a las piedras (litolatría), en especial a las "piedras
divinas" o aerolitos, caídas del cielo, que también se hallan entre los
primitivos hebreos ( adoración de betilos).
Junto a los dioses protectores de las distintas tribus, se
precisan tres divinidades femeninas, entre ellas Uzzá, asimilable a
la Venus asiática, con un santuario propio en Nákhlah. Estas divinidades
estaban supeditadas al "dios protector de la tribu" que recibía el
nombre genérico de Alláh (dios). Pero no cabe pensar en un
culto monoteístico anterior a Mahoma. Se conocían los sacrificios, en general
de camellos, que tenían lugar en ciertas épocas del año en los santuarios
tribales. Los fieles se reunían en ellos, se rapaban la cabeza en señal de
penitencia y participaban en la comida ritual, comiendo de la carne del animal
inmolado. Las procesiones y las vueltas en torno del santuario, con
cánticos y aclamaciones, constituían el suplemento de estas ceremonias
primitivas. No existía clase sacerdotal, aunque sí guardianes en los
santuarios, y arúspices (sacerdotes de la antigua Roma que examinaba
las entrañas de las víctimas para hacer presagios: Lat. haruspex) y
adivinos que predecían el porvenir.
CREENCIA
Sus creencias en un poli demonismo, o pluralidad de espíritus
protectores que residen en el agua, los bosques y las piedras, están enraizadas
en el viejo panteón de los antiguos semitas. En especial, las piedras eran
objeto de veneración. En la ciudad de La Meca existía desde muy antiguo un
santuario que centraba las peregrinaciones de los beduinos. Este santuario, de
planta rectangular, con un gran patio central a cielo abierto, había ido
recogiendo, con el tiempo, los ídolos de muchas tribus y familias,
convirtiéndose en el panteón preislámico por excelencia. De todos estos ídolos,
el más importante era una piedra basáltica negra, tal vez un aerolito, que
constituía el gran fetiche de los joraichitas, a la que algunos identifican con
Húbal, la divinidad principal
La Mezquita
El templo islámico o mezquita fue en los primeros tiempos un
simple patio rectangular, a cielo abierto, cercado por un vallado de cañas o
por cuatro paredes de arcilla. Pronto se le añadió una especie de techo
periférico de hojas de palmera y barro, que más tarde se convertiría en un
patio forticado. Un púlpito de madera ( mimbar), más o
menos sencillo, constituía todo el mobiliario.
En sus conquistas, los árabes entraron en contacto con pueblos de
gran técnica arquitectónica y asimilaron elementos distintos ( romanos, sirios,
bizantinos, persas, hindúes, egipcios, etc.) que les permitieron crear sus
obras de arte. Con el tiempo se convirtió la mezquita en edificio
cubierto, con nicho de base semicircular o capilla (mihrab) en una de
sus paredes para dar a conocer la dirección en que debían dirigirse
las oraciones, con la fuente para abluciones y con el "minarete" o
torre para que el almuédano pudiera anunciar a los creyentes
las horas del rezo. El mihrab pasó a ser el lugar más respetado del templo, y
el patio, se conservó en general, a modo de antesala. Las filigranas
decorativas, inscripciones coránicas, cúpulas y columnas, cortinas, lámparas y
esteras fueron los únicos adornos. El santuario de La Meca y la mezquita de
Mahoma en Medina, sirvieron de modelos iniciales, pero luego se
adaptaron tradiciones de los países conquistados, se aprovecharon templos de
otras religiones o elementos de los mismos y las mezquitas pasaron a ser
edificios grandiosos, bellos y decorativos.
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